El término «enfermedad cardiovascular» es, en realidad, un nombre poco adecuado. No se trata de una sola enfermedad, sino que es un término que abarca diversas patologías entre las que figuran la hipertensión, la ateroesclerosis, la cardiopatía coronaria y el ictus. Algunas de estas patologías se dan con mayor frecuencia que otras. La enfermedad cardiovascular puede provocar que el corazón de una persona deje de bombear sangre de forma eficiente, impedir el buen funcionamiento de las válvulas coronarias o estrechar o endurecer las arterias. Ciertas toxinas o bacterias también pueden desempeñar una función dañina para ciertas partes del corazón y de los vasos sanguíneos.
La enfermedad cardiovascular
Como ya sabe, una gran cantidad de pacientes de diálisis se ven afectados por diversas patologías del sistema cardiovascular. Pero no todo son malas noticias: si se tiene el debido cuidado y se toman medidas de precaución, siempre encontrará formas de ayudar, de manera activa, a ralentizar la progresión de la enfermedad cardiovascular y mejorar el pronóstico o reducir el riesgo de desarrollarla.
La hipertensión
Se suele hablar de la tensión arterial alta o hipertensión como de un «asesino silencioso». Este apodo deriva del hecho de que muchas personas padecen de hipertensión arterial sin que experimenten ningún síntoma. Para medir la tensión arterial, se utilizan dos cifras: La presión sistólica, el primer número, que representa la presión del corazón cuando el corazón se contrae; por otra parte, la presión diastólica, el segundo número, representa la presión cuando el corazón está en fase de relajación. En las personas con hipertensión arterial, la sangre circula a través de los vasos sanguíneos con una fuerza excesiva. Con el paso del tiempo, esta fuerza excesiva daña los vasos y aumenta el riesgo de que la persona que la experimenta padezca un ataque cardíaco o un ictus. El médico suele comprobar la tensión arterial para asegurarse de que está dentro de los valores normales, de manera que se reduzca el riesgo de complicaciones.
La ateroesclerosis, la cardiopatía coronaria y el ictus
En términos llanos, la ateroesclerosis consiste en el endurecimiento de las arterias, los vasos sanguíneos que transportan la sangre desde el corazón hasta el resto del organismo. Los depósitos de grasa conocidos como placas de ateroma, así como los depósitos minerales, provocan el endurecimiento de las arterias, lo que disminuye la cantidad de sangre que fluye hacia el corazón. Un corazón falto de sangre puede provocar síntomas como el dolor torácico o causar un ataque al corazón. El endurecimiento de las arterias también constituye la principal causa de cardiopatía coronaria, el nombre que recibe una patología en la que el bloqueo o estrechamiento de los vasos sanguíneos provoca una reducción de la circulación de la sangre dentro dell corazón. Cuando el cerebro no recibe suficiente oxígeno o cuando se revienta o rompe un vaso sanguíneo, se puede producir un ictus, una patología que precisa atención médica inmediata.